Piel de verano

En el verano las temperaturas aumentan y con ellas la lista de actividades que hacemos al aire libre, por eso resulta importante saber exactamente cómo tratar nuestra tez durante los meses más calurosos del año para que luzca hermosa y saludable. Prevenir los efectos nocivos del sol, proteger la dermis y garantizar la hidratación son aspectos importantes que no podemos pasar por alto durante estos meses.

El sol nos proporciona una serie de efectos beneficiosos para nuestro cuerpo: acción antidepresiva, síntesis de vitamina D. Pero también efectos perjudiciales que debemos evitar: envejecimiento cutáneo  (manchas, arrugas) y cáncer de piel.

El factor que más influye en el daño de la piel es la radiación ultravioleta, que proviene fundamentalmente del sol. El sol emite dos tipos de rayos ultravioletas (RUV) que dañan la piel, los UVA y UVB. Los UVB se incrementan entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.

Hay varios aspectos que tenemos que tener en cuenta con nuestro factor de protección:

  • El factor de protección (FPS o SPF) deberá ser por lo menos de 30
  • Ponerse una buena cantidad de protector, sobre todo en aquellos lugares que siempre son olvidados: orejas, dorso de las manos, dorso de los pies y cuello.
  • Utilizar el mismo factor en todo el cuerpo.
  • Utilizar el mismo factor a lo largo del tiempo, es habitual que uno comience las vacaciones poniéndose un factor alto, y luego va bajando a medida que se va bronceando. Esto no es adecuado, ya que el bronceado equivale a un factor de protección 4, por lo que no protege contra futuras agresiones.
  • No dejarlo mucho tiempo en el sol, ni destapado, y revisar la fecha de vencimiento

untitled

Para obtener un bronceado homogéneo y duradero y al mismo tiempo ayudar a la piel a defenderse de la producción de radicales libres, que es acelerada por la exposición a los rayos ultravioleta, es importante enriquecer los alimentos unas semanas antes con sustancias que contengan alfa y beta carotenos.

Encontraremos beta carotenos en alimentos clásicos como la zanahoria, pero también en tomates, albaricoques, verduras y hortalizas de hoja verde, entre otros. Los alfa carotenos se encuentran en vegetales como el kiwi o el brócoli. Los alfa y beta carotenos facilitan la producción de melanina y con ello la defensa de la piel frente a la agresión solar, además de funcionar como antioxidantes.

Durante el verano estamos más expuestas a la acción del sol, ya sus consecuencias en la piel a largo plazo son más que conocidas (cáncer de piel y otras alteraciones); es por eso que nunca están de más los cuidados de la piel en verano.

Salud veraniega

El verano es el período más común de intoxicaciones alientarias, debido a las altas temperaturas, al igual que en invierno aumentan las infecciones respiratorias. En el caso de los problemas derivados de la comida, la razón fundamental es que las altas temperaturas hacen que proliferen microbios, sobre todo si los alimentos no están bien refrigerados. Para evitar intoxicaciones con los alimentos, hay que evitar dejar la comida a temperatura ambiente y, siempre que sea posible, cocinar cuando se vaya a ingerir la comida.

El sol, el tiempo libre, las comilonas y los días de playa y piscina hacen del verano una de las estaciones favoritas para muchos. Pero hay que tener mucho cuidado, ya que la temporada estival no está libre de riesgos y las prácticas más comunes desencadenan año tras año los mismos problemas de salud tan predecibles como frecuentes.

La llegada del período vacacional no tiene por qué significar un cambio en nuestra salud bucal y periodontal. Esto suele estar relacionado con el cambio de hábitos en el verano debido a la relajación de la rutina diaria, a los viajes, al mayor número de comidas fuera de casa o entre horas etc. Debemos ser precavidos si no queremos tener una visita en el dentista para septiembre.

sonrisa

Las disfunciones oculares y visuales aumentan hasta un 25% durante el verano, según los datos presentados por el Consejo General de Ópticos-Optometristas. Esto es culpa del exceso de exposición solar, que trae consigo un mayor riesgo de padecer cataratas, ceguera temporal y conjuntivitis. Los síntomas más frecuentes y que a menudo no atendemos son picores, ardor, visión borrosa o «sensación de arenilla en el ojo», anotan los profesionales, quienes aportan una serie de recomendaciones.

Lejos de ser completamente inofensivas, las picaduras de insectos pueden llegar a causar infecciones graves como la anafilaxia, cuya incidencia es hasta tres veces mayor en los niños de entre 0 y 4 años y engloba síntomas que van desde enrojecimiento y picor cutáneo hasta bajadas de tensión y náuseas. Las picaduras de abejas y avispas son las más comunes.

El dolor de oídos es otro de los asiduos en la época estival. Según destacan desde el centro auditivo Oi2, el 86% de los españoles padece alguna molestia de este tipo en verano, lo que acaba por acarrear otitis en uno de cada dos ciudadanos. El uso de tapones es fundamental a la hora de prevenir las infecciones auditivas; sin embargo, solo el 10% de los encuestados por este centro los utiliza para bañarse en piscinas. Es fundamental también secarse bien con una toalla tras el chapuzón para evitar la humedad en el oído.

Todos estos problemas y mas, podemos evitarlos cuidando nuestra salud igual o mas que en los temidos meses de invierno, y prestando principal atención a nuestros puntos débiles. Unos pequeños cuidados y precaución nos evitara mas de una visita al medico.