En unos meses estarán prácticamente abiertas todas las piscinas y muchas familias empezarán a disfrutar, por fin, de los primeros rayos de sol, lo que supone también tomar en cuenta una serie de precauciones para cuidar nuestra salud. Sobre todo hay que proteger a los más pequeños del sol.
La piel de los niños presenta unas características que la diferencian de la piel del adulto. Aunque es una piel más suave, en realidad posee una capa externa protectora (capa córnea) más fina por lo que la probabilidad de erosión, infección o quemadura solar es considerablemente mayor que la del adulto. Los adultos poseen una mayor cantidad de sebo cutáneo y anticuerpos específicos en la piel que les protegen frente a cualquier agresión externa, mientras que la piel del niño se encuentra mucho más expuesta debido a estas carencias.
Lo primero y más importante es la higiene de la piel. Teniendo en cuenta que la piel del niño presenta menos defensas naturales frente a las infecciones, no debemos desatender el baño diario. Hay un falso mito que recomienda no bañar a los niños todos los días pero esto no es cierto. Lo que si es recomendable es que el baño sea corto, con agua templada y con jabones sin detergentes. Inmediatamente después del baño y con la piel todavía húmeda, hay que aplicar una sustancia hidratante que puede ser en cualquier textura: aceite, loción, leche o crema.
Es imprescindible evitar la exposición solar. Y esto es fundamental porque en la infancia se recibe el 50-80% de la exposición solar de toda la vida. La piel de los niños es más susceptible de sufrir una quemadura solar y las quemaduras solares en la infancia multiplican por dos el riesgo de melanoma.
Los niños comienzan a desarrollar lunares y manchas desde los cuatro o cinco años. Aunque el riesgo de melanoma en la infancia es muy bajo, no es inexistente, por lo que es conveniente revisarlos una vez al año, acudiendo al dermatologo.
El mejor cuidado es evitar la exposición solar en las horas centrales del día y en especial en los meses de verano. El uso de gorro, gafas de sol y ropa con filtro solar son costumbres que nos ayudarán a mantener la piel sana y bonita. Además, limpiar e hidratar la piel todos los días contribuye a mantener su manto lipídico protector en condiciones óptimas.