Las personas de piel y cabellos claros tienen un tipo de piel delicado y un gran riesgo de sufrir quemaduras solares, dada la escasa pigmentación de su piel. En ellos, las quemaduras solares ocasionales (piel de cangrejo) aumentan el riesgo de padecer un cáncer de piel. Las personas cuya piel es más blanca deben tener más cuidado que las personas de piel oscura.
A todos nos gusta el sol, pero la reacción ante sus rayos varía de un individuo a otro. El número de casos de cáncer de piel se ha duplicado en los últimos 20 años, lo cual se debe probablemente al agujero cada vez mayor de la capa de ozono, entre otros posibles factores. Así que debemos de tener cuidado a la hora de tomar el sol.
Sin embargo, todos tenemos algo en común: que nos ponemos morenos al sol. Ello se debe a la presencia en nuestra piel de una sustancia llamada melanina, que es la responsable de que la piel oscurezca. Se la considera como la propia protección de la piel ante el sol. La velocidad con la que nos bronceamos depende por tanto de la rapidez con la que la piel de cada persona es capaz de sintetizar esa sustancia.
Para aprovechar al máximo el sol sin quemarnos y sin aumentar el riesgo de contraer cáncer de piel posteriormente, es mejor broncearse poco a poco. Esto se consigue evitando el sol del mediodía (de las 12 a las 15 horas), estando el mayor tiempo posible a la sombra y utilizando una crema protectora (un factor 15 como mínimo).
Si desea bañarse para refrescarse y, al mismo tiempo estar protegido contra las lesiones que puede causar el sol en la piel, debe asegurarse de que la crema protectora solar sea hidrófuga o a prueba de agua (waterproof). Una crema protectora a prueba de agua resiste 80 minutos de inmersión o 4 baños de 20 minutos sin desaparecer.
Si la crema protectora es hidrófuga, puede nadar 40 minutos o 2 baños de 20 minutos sin que se quite. Sin embargo, esto sólo es aplicable si se seca al aire (no con una toalla) y en la cantidad aconsejada por el fabricante. Se recomienda aplicar una capa suplementaria siempre, antes de cada vez que vayamos a tomar un baño, como medida que garantice una óptima protección solar.
El número del factor de protección cuantifica la capacidad protectora del mismo, pues cuanto mayor sea éste, más horas de protección es capaz de otorgar. El factor que elijamos depende del tipo de piel y duración de nuestra exposición. De manera generalizada, el factor 15 está bien para la gran mayoría de personas de piel normal, y no hay gran diferencia si se escoge un factor más alto.